lunes, 10 de julio de 2017

Capítulo 30 parte 2

Capítulo 30 parte 2

Eran cercas de las 3 am, y todos se encontraban dormidos, todos menos Makoto. Megumi estaba dormida con Ikuto y Miketsukami, Yuri y Viktor en la otra habitación, y Makoto se encontraba con la vista clavada en la laptop, trataba de quitarse las imágenes de esa tarde de la cabeza, la muerte de Shampoo le había afectado, a pesar de saber que era la única alternativa no pudo evitar sentirse mal, había acabado con la vida de una persona, trataba de convencerse de que fue lo mejor, casi matan a los chicos, sobre todo a Kyoya, pero la batalla con su propia mente se volvía insoportable, trataba de pensar otra cosa.

Viktor: ¿Aun estas despierta?

Makoto: *Sacada repentinamente de sus pensamientos* ¡Viktor!

Viktor: Lo siento, ¿Te asuste?

Makoto: No, yo solo, es que estaba muy metida en mis pensamientos, si, no podía dormir

Viktor: Por lo visto tienes muchos problemas para dormir

Makoto: Si, pero ya me he acostumbrado

Viktor: Te puedes enfermar si no duermes *sentándose a su lado*

Makoto: Estoy bien, en serio

Viktor: ¿Algo te inquieta? ¿Estas preocupada por Kyoya? El estará bien, esta con su herma… *lo interrumpe*

Makoto: ¿Qué pensarías de alguien que hizo algo malo pero necesario? *ve la confusión en cara de Viktor* Es decir, si era la única alternativa, ya que si no se hacía algo peor hubiera ocurrido.

Viktor: *piensa un poco* Dicen que el fin no justifica los medios

Makoto: *se agacha entristecida*

Viktor: Pero no todo es blanco o negro ¿Sabes? Yo creo, que, si una situación es extrema, las medidas son extremas, si no había más solución que esa, entonces no está mal pero tampoco bien, solo es. Lo único que debemos tomar en cuenta es hacernos responsables de nuestras acciones, si fue en pro de algo bueno, no hay de que preocuparse. *mira a Makoto* Lo siento, seguro te deje más confundida. *ríe nervioso*

Makoto: No, al contrario, creo que lo entiendo.

Viktor: No sé si lo dices por ti misma, o por alguien más, pero sé que, si se trata de ti, todo lo que haces es por así debe de ser. Veo cómo te preocupas por otros, por Megumi, Kyoya y hasta Ikchan. Incluso lo que haces en la escuela, es algo bueno. Debes confiar en tus decisiones. *La mira tiernamente*

Makoto: *sonríe* Muchas gracias, siempre logras hacerme sentir mejor *recargando su cabeza en el hombro de Viktor* Muchas gracias por todo.

Viktor: Te lo había dicho antes, solo me interesa que seas feliz *la toma de la mano* Pase lo que pase quiero estar ahí para ti. Si aún no tienes sueño ¿Vemos una película?

Makoto: ¿Y tú no tienes sueño?

Viktor: Ya dormí bastante

Makoto: Entonces está bien

Makoto y Viktor pusieron una película en la televisión y se quedaron sentados en el sillón delante de ella. Makoto estaba recargada en Viktor, y este la siguió tomando de la mano, poco después se dio cuenta de que la chica se había quedado dormida, así que decidió llevarla a su cama con Megumi.

Viktor: *cargándola en brazos* Es tan linda

Makoto: ¿Viktor? *entre abriendo los ojos*

Viktor: Lo siento, te desperté, te llevaba a tu cama

Makoto: No, quédate conmigo *aferrándose a su pecho*

Viktor: *sorprendido* ¿No crees que el sillón es muy pequeño?

Makoto: No importa *medio dormida* Quédate conmigo

Viktor: *sonrió resignado* Esta bien A veces parece una niña, aunque no quiera admitirlo

Viktor acomodo a Makoto en el sillón para que durmiera y él se sentó en el suelo, que por suerte tenía alfombra, solo trajo una almohada y una de las cobijas que les habían dejado en el cuarto extra, con la cual tapo a la chica y alcanzo para cubrirlo un poco a él.

Makoto: ¿Viktor? *medio dormida con los ojos cerrados*

Viktor: Aquí estoy

Makoto: Lo siento

Viktor: ¿Por qué?

Makoto: Por ponerlos en peligro *se queda dormida*

Viktor: ¿Eh? ¿De que hablas? *se da cuenta de que se durmió* Se durmió… ¿de que estaría hablando? Seguro estaba soñando

En la mañana se levantaron temprano y se alistaron para ir al hospital los 4 juntos.

Viktor: ¿Segura que dormiste lo suficiente?

Makoto: Estoy bien, en serio no te preocupes

Yuri: Démonos prisa, o se nos pasara la hora de visita

Megumi: Estamos a tiempo, no te preocupes tanto.

Llegaron al hospital, y le preguntaron a una enfermera cual era la habitación de Kyoya, pero si no eran familiares no les podía dar esa información.

Dra. Ootori: No se preocupe enfermera, yo autorizo que pasen. *dirigiéndose a los chicos* Vamos, es por aquí *los acompaña*

Makoto: Muchas gracias

Dra. Ootori: *asomándose al cuarto de Kyoya* Kyoya, tienes visitas, *regresando con los chicos*Solo no lo hagan reír, o le dolerá*

Kyoya: No pensé que vinieran todos

Yuri: Nos tenías preocupado cuatro ojos

Kyoya: ¿Y por eso tanta confianza ya niño? *sonriendo levemente*

Makoto: ¿Cómo te sientes? *sentándose a su lado*

Kyoya: Pudiera ser peor

Viktor: Nos da gusto, por un momento creí que no llegaríamos a tiempo

Megumi: Lo bueno es que tu hermana te atendió, por eso una vez que nos dijo que estarías bien nos fuimos más tranquilos ayer.

Kyoya: Gracias, a todos *tratando de mostrase indiferente* ¿Puedo hablar con Viktor a solas?

Todos: ¿Eh?

Kyoya: Necesito decirle algo *salen todos menos Viktor*

Viktor: ¿Qué sucede?

Kyoya: Gracias por traerme ayer, no tenías por que hacerlo

Viktor: Claro que si, *sentándose* Estabas muy grave, podías haber muerto

Kyoya: Aun así

Viktor: *suspira* Si te hace sentir mejor contigo mismo, Makoto estaba asustada, tampoco podía dejar que te pasara nada por ella, se hubiera entristecido demasiado y eso no puedo permitirlo. Además, quisiera pensar que harías lo mismo.

Kyoya: *ríe levemente* Es verdad, por cierto, mi hermana pensó que éramos amigos

Viktor: Bueno, ¿Y porque no serlo?

Kyoya: *lo mira sorprendido* ¿De que hablas?

Viktor: Digo, no nos llevamos tan mal después de todo

Kyoya: Creo que tienes razón

Viktor: *sonríe* Makoto y tú se parecen

Kyoya: ¿De que halas idiota?

Viktor: Los dos piensan demasiado

Kyoya: Tu y ella también, son igual de torpes

Viktor: oye…

Kyoya: Además, tú puedes lograr algo que yo no

Viktor: ¿Eh? ¿Qué?

Kyoya: Le das tranquilidad

Viktor: *se sonroja*

Kyoya: Pero ni creas que por eso dejare que estés con ella tan fácilmente, que seamos amigos o no, no cambia nada, hare lo que sea para que este conmigo

Viktor: *sonríe* Pues que el mejor gane *se dan la mano*

Kyoya: Eres un idiota *riendo*

Viktor: No te quedas atrás *riendo también*

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Makoto: *ansiosa* ¿De que estarán hablando?

Yuri: Ya se tardaron

Megumi: No se preocupen tanto *ven salir a Viktor*

Makoto: ¿Qué paso? ¿De que hablaron?

Viktor: Es un secreto *guiñándole un ojo* ya pueden pasar

Los chicos se quedaron una media hora, para poder dejarlo descansar, ya que aún estaban muy débil. Después volvieron a la casa de Makoto. Viktor y Yuri después de eso se fueron ya que tenían algunos pendientes, pero quedaron en estar en comunicación.

Makoto: Que fin de semana más pesado *desplomándose en el sillón*

Megumi: Si

Ikuto: ¿Cómo sigue Kyoya?

Makoto: Esta mejor, lo atendieron a tiempo y se ve de buen animo

Megumi: ¿Y ustedes cómo están?

Miketsukami: Estamos bien

Megumi: ¿Encontraron algo anoche?

Miketsukami: Me temo que no, no dejaron ni rastro de que estuvieron ahí

Ikuto: Vimos hace rato en televisión que grabaron lo que paso

Makoto: ¡Es verdad, lo había olvidado!

Megumi: Si, lo vimos cuando estábamos en el hospital ayer

Miketsukami: ¿Qué haremos?

Makoto: Con eso nada, nadie sabe quiénes somos

Miketsukami: Me refería al ataque

Makoto: Ha, eso, no lo se

Megumi: Sera mejor no pensar en eso por el momento

Makoto: Creo que deberíamos seguir leyendo Megumi.

Ikuto: ¿Eh?

Makoto: Algo me dice que debemos seguir leyendo, solo es una corazonada

Megumi: Esta bien, hagámoslo

Miketsukami: *les lleva el libro* ¿Están seguras? ¿no deberían mejor descansar?

Megumi: Estaremos bien

Makoto: Oye, ¿No faltan hojas? *dando vuelta a las hojas*

Megumi: ¿Por qué lo dices?

Makoto: Pasaron muchos años ¿no crees?

Megumi: Así parece, pero en el índice está marcado igual.

Nombre: Sugey

Edad: 18 años

Periodo: 208-254 D.C.

“Están en México, en la antes llamada la ciudad de Teotihuacan, Mi nombre es Sugey y tenía 18 años cuando me convertí en guardiana. Era una época de prosperidad en la ciudad, la población junto con la ciudad iba creciendo. Aun así, podíamos ver que no todo era hermoso.

En nuestra era, adorábamos aun a varios dioses, en específico, Tláloc, Quetzalcóatl y Huehueteotl. Entre ellos, podíamos considerar que teníamos cubiertos a todos los elementos naturales, la importancia de rendirles tributo era que nuestro pueblo se regía mayormente por la agricultura. Por eso, cada cierto tiempo se hacían sacrificios humanos para rendirles tributo y alejar las tempestades. Yo pertenecía a un grupo de jóvenes, hombres y mujeres que eran elegidos para los próximos sacrificios, aunque teníamos miedo, sabíamos perfectamente que era nuestro deber.

Una mañana, se presentaba un gran tumulto, no sabía que pasaba, hasta que vi al cielo, se avecinaba una tormenta, era obvio lo que se requeriría un sacrificio para evitar la tempestad. De pronto me vi rodeada de hombres de los templos, y fui llevada por el camino de los muertos de la ciudadela, hacia la pirámide del sol, vi en ese mismo momento que llevaban a otra joven, de mi edad, a la pirámide de la luna, ya la había visto antes, era una joven muy seria, no hablaba con nadie, supuse que ella no estaba de acuerdo con su destino. La veía patalear, por querer zafarse, gritaba que eso no arreglaría nada, pero nadie le hizo caso, las cosas siempre se habían hecho así, no quedaba más que resignarnos. 

Cuatro sacerdotes nos sujetaban mientras que uno de ellos tendría que arrancarnos el corazón. Cerré los ojos esperando sentir el cuchillo, pero no fue así, se escuchó un aullido seguido de un gruñido felino, ante los ojos sorprendidos de los sacerdotes, un Xoloitzcuintle, de gran tamaño se presentó delante de ellos, mientras que delante de la otra chica se presentó un Ocelote, un gato igual de grande, de pelaje amarillo con manchas y rayas negras. Alejaron a los sacerdotes que salieron asustados y se sentaron delante de nosotras con la cabeza inclinada.


Los sacerdotes pensaron que eran enviados de los dioses, aunque no sabían porque, ese día nos salvamos de ser sacrificadas. Confundidas nos llevaron al templo de Quetzalcoatl, el dios principal de nuestra ciudad, ahí nos quedamos solas, junto con aquellas majestuosas bestias. Ahí supe el nombre de mi compañera, Yoali ehecalt. De pronto aquellas criaturas comenzaron a hablar.

Xoloitzcuintle: Mi nombre es Tlaneci, *se convierte en hombre* Y yo seré tu protector, guardiana del día *se inclina delante de Sugey*

Ocelote: Mi nombre es Edahi, *se convierte en hombre* Y yo seré tu protectora guardiana de la noche *se inclina delante de Yoali ehecalt*

Lo que mis ojos y oídos percibían estaba fuera de mi entendimiento. Nos explicaron que una era oscura podía llegar a nuestro pueblo si no hacíamos algo al respecto, la oscuridad sería capaz de apoderarse de nuestra gente. Los sacrificios debían cesar, al menos por un tiempo. Vi a Yoali ehecalt renuente ante tal situación, se negaba, estaba hasta enojada, no quería ser parte de esto, pero aquel hombre de orejas felinas y cola se supo dar a entender, y convencerla, se nos entregaron una joya a cada una y un libro con la historia de antiguas guerreras con el mismo destino que nosotras, un extraño símbolo se presentó en nuestra espalda. Los sacerdotes y la gente del pueblo nos veneraban como una deidad, y nosotras nos encargábamos de mantener paz en la ciudad además de toda tempestad evitarla, controlábamos los elementos naturales. 

Mientras estuvimos ahí todo fue felicidad en el pueblo y todos los sacrificios se acabaron. Lo único que me entristecía era la distancia que puso Yoali ehecalt entre nosotras.

Después de un tiempo, notamos algunos de los sacerdotes un tanto sospechosos, dudaban de que fuéramos deidades, y de algún modo tenían razón, pero no era algo que fuéramos a explicar, una noche, dentro de nuestros aposentos, sometieron a Tlaneci y Edahi, y nos quisieron quitar nuestras gemas, reclamaban que era imperdonable que dos mujeres de sacrificio fueran unas deidades, que todo eran mentiras, que debíamos ser alguna especie de brujas enviadas por “la gran diosa”. (NA//La gran diosa de Teotihuacan era considerada la reina de las tinieblas, del inframundo y la guerra), y que todo lo que hacíamos haría enojar un día a los dioses.

Podía ver que dentro de esos hombres había oscuridad, querían continuar con aquellos actos barbáricos entre ellos el canibalismo. No me di cuenta en que momento, aquellos hombres desaparecieron, solo pude ver rodeada de oscuridad a Yoali ehecalt, la veía luchar. Después de ese día todo continuo normal, pero Yoali jamás volvió a hablar, era como un trozo de hielo todo el tiempo”.

Nombre: Yoali ehecalt

Edad: 18 años

Periodo: 208-254 D.C.

Yoali ehecalt, es mi nombre, cuando tenía 18 años me convertí en guardiana de la noche, el haberlo hecho salvo mi vida. (NA//la voz de Yoali es un poco grave y seria). Yo vivía en una comunidad cercana a Teotihuacan, era un sitio tranquilo, hasta que los guerreros llegaron de Teotihuacan a luchar contra nosotros, era sabido que unos motivos que tenían para la guerra era la adquisición de esclavos para sus sacrificios. 

Los esclavos que obtenían de las ciudades que atacaban eran sacrificios aún más valiosos. Esa gente me separo de mi familia, de mis amigos, los odiaba con todo mi ser, no entendía como la gente que era nacida en esa ciudad estuviera tan tranquila conformándose con ser un sacrificio. El día que me iban a sacrificar junto con una chica nativa un gran ocelote apareció ante mí, con los más profundos ojos amarillos. 

La gente salió huyendo y acto seguido ya nos consideraban deidades, ese gran ocelote acompañado del Xoloitzcuintle se convirtió en humano, aunque conservaba sus orejas y su cola, dijo llamarse Edahi, dijo que debíamos proteger a esa gente, ¿Por qué? ¿Por qué nosotras?, yo no tenía ninguna intención de salvarlos, ¿Qué habían hecho ellos por mí? Sin embargo, Edahi me convenció, dijo que podía terminar con todas esas acciones atroces si aceptaba ser una guardiana, al no ver más opción acepte, pero no de buena gana, Sugey siempre trataba de acercarse a mí, pero yo no tenía ni la más mínima intención de ser su amiga.


Edahi vio la oscuridad que había en mi ser, sabía que no era bueno que surgiera, así que me ayudo a eliminar todos aquellos sentimientos, ser la guardiana de la noche implica autosacrificio, aun mayor que el de la guardiana del día, pero eso no lo sabía ella, y no tenía intención de que lo supiera, no era realmente nadie para mí, así que no le debía nada. 

Una noche, los sumos sacerdotes del templo de Quetzalcóatl nos atacaron en nuestros aposentos, toda esa oscuridad, ese odio, envidia, codicia lo podía ver en sus ojos, no podía hacer más que retenerla en mi ser, fue de lo más doloroso, pero logre contenerlo, pero siempre el precio de salvar a la gente es más alto de lo que parece. 

No volví a hablar con nadie, solo asi lo contuve, y dejé a todos vivir sus miserables vidas. Pude acabar con ellas, pero acepté mi destino, aunque no lo eligiera. Tal ves Sugey hubiera sabido de mi dolor si se hubiera tomado la molestia de leer la vida de todas las guardianas de la noche, pero como todas su antecesoras, solo se limitó a leer la parte que “le correspondía”, NighGirl no debe confiar en nadie, ni tener cerca a nadie, solo le ocasionaran más daño”.

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